El hipema es un tipo de patología propia de un accidente traumático u ocular, en la cual se forma un depósito hemorrágico situado en la cámara anterior, dicha acumulación es de un color rojo característico por la sangre que fluye hasta ese punto.
Es muy parecido al Hipopion, aunque se diferencia de éste en el color del líquido, que en el caso del Hipopion es blanquecino y lechoso.
Es una urgencia oftalmológica, por lo que es fundamental que el paciente acuda a un médico lo antes posible.
Obtener toda la información relativa al accidente lo antes posible es fundamental, diferenciar si ha recibido una contusión, golpe o traumatismo en el ojo, hace cuanto tiempo y describir los síntomas.
El problema que más complicaciones aporta es la reabsorción de la sangre, que puede causar:
- Pérdida de transparencia de la córnea, por lo que la pérdida de visión es permanente.
- Oclusión parcial o total de la red de drenaje provocando un glaucoma.
Si se produce pérdida de visión puede afectar al paciente de manera permanente. Es muy complicado recuperarse de las consecuencias que produce esta afección porque los tejidos transparentes del ojo quedan opacos o teñidos cuando les inunda la sangre.
Mientras que por otro lado el aumento de presión intraocular puede provocar un desprendimiento de retina, un desgarro o despredimiento de vítreo posterior, complicando aún más el cuadro.
¿A quién acudir si tengo un Hipema?
Imprescindible la valoración por parte del oftalmólogo, si se trata de una consecuencia por un traumatismo o corte, tendríamos que acudir a urgencias para medir la presión intraocular y descartar otras lesiones que comprometan la integridad del ojo.
Por ello se suelen recetar unos colirios analgésicos para paliar el dolor, y también ciclopléjicos como la atropina, impedir que el sangrado provoque daños por un cierre de la cámara anterior.
Se recomienda un reposo bastante controlado mientras se estabiliza la presión intraocular, ya que las consecuencias son severas en caso de recaídas. De hecho se pueden producir sangrados en los días posteriores al debut de la lesión por el movimiento de las partes próximas a la zona afectada si no se anda con cuidado.
En la mayoría de casos, los síntomas sobre la visión son: alta borrosidad y la sensibilidad a la luz que se ve aumentada por la mala calidad de la lágrima y la inflamación que conlleva en la córnea.
Para pacientes que ya están bajo los efectos de medicación, sobretodo aquellos que utilizan anticoagulantes por antecedentes de infartos o arritmias, pueden verse más afectados, y necesitan un seguimiento más estrecho y durante más tiempo, siendo a veces necesaria su hospitalización.
Es recomendable medir la presión intraocular durante varios días para comprobar que permanece estable sin cambios significativos que puedan provocar una recaída más grave.
Pasados las cuidados iniciales de los primeros días, se puede acudir a una óptica equipada con un tonómetro para ir midiendo cada cierto tiempo la presión del ojo y llevar a así un control durante varios meses, con la idea de si hay muchas fluctuaciones volver a remitir al paciente a su médico para que se tomen las medidas oportunas a fin de evitar males mayores.
Diagnóstico
Principalmente se utilizan tres técnicas diagnósticas dependiendo de los medios disponibles y de lo que se sospeche, por último incluimos una prueba útil en oftalmología para casos que se complican con inflamaciones muy duraderas.
Ecografía o biomicroscopía ultrasónica: ésta técnica permite evaluar el estado del cristalino y medir la integridad de las estructuras del segmento anterior ocular. Incluso en el caso de que la córnea o el cristalino estén opacos, se puede realizar esta técnica, por lo que está indicada en el caso del Hipema.
OCT o Tomografía de Coherencia Óptica: es una técnica que no penetra en las opacidades, pero que permite saber el espesor de las capas del ojo como en un corte de histología, pero en tejido vivo. Aunque no es ideal para saber el alcance del hifema, puede ayudar a determinar si la patología está afectando a los tejidos adyacentes.
Topografía corneal: conocer la morfología de la córnea y en el caso de tratarse de un traumatismo las consecuencias a nivel estructural que ha provocado puede ayudar a trazar un plan de acción.
BUT: es el tiempo de rotura lagrimal, puede revelar un problema mecánico en una zona del ojo que se está viendo afectada por el traumatismo y la inflamación de manera secundaria, por ejemplo, un golpe en la ceja que inflama el párpado, y ahora éste oprime el ojo, creado nuevos patrones de sequedad.
CONCLUSIÓN FINAL – Cómo prevenir el Hipema
En general los accidentes laborales son una causa común de hipema, siendo recomendable para evitar contusiones y traumatismos el uso de una gafa de protección. Otras causas incluyen riñas y golpes fortuitos, que son difíciles de prevenir.
Por otro lado se pueden causar durante el transcurso de operaciones de cataratas o de manipulación de lentes intraoculares.
Si te interesa el artículo puedes consultar algún vídeo sobre el tema.