La emetropización es un proceso por el cual los componentes del ojo cambian y se desarrollan para llegar a un estado refractivo ideal, donde la visión es óptima para objetos lejanos.
En bebés recién nacidos, la graduación varía entre +1.50 y +2.00 Dioptrías, esta hipermetropía se reduce a lo largo del tiempo, hasta que el ojo se vuelve emétrope.
El ojo crece rápidamente en los primeros años, llegando a un 90% de su desarrollo completo entre los 3 y 4 años, después de eso, el crecimiento se desacelera, y continua lentamente acercándose hacia el 100% hasta los 6 u 8 años, momento en el que se acaba por completar (hablamos del desarrollo de las estructuras, no de las distancias entre ellas ni de la posición final, que continúa).
Los cambios que se producen involucran a todos los factores conocidos que influyen en la graduación o potencia refractiva final:
- Curvatura corneal
- Longitud axial
- Potencia de cristalino
La curvatura corneal, pasa de valer 7.1mm (equivalente a 47.5D) a 7.8mm (43D) en los dos primeros años de vida, un cambio equivalente a la pérdida de 4.5 dioptrías de potencia total en el sistema, en este proceso la córnea pierde curvatura y se aplana.
Pero si los niños son hipermétropes y la córnea pierde otras 4 dioptrías. ¿Cómo consiguen ver y emetropizarse? ¿No debería pasar justo lo contrario?
Tranquilidad, sólo he hablado de uno de los factores, quedan otros dos. Prosigamos:
La longitud axial pasa de 17mm a 22mm lo cual haría más miope al individuo, pudiendo absorber un máximo de 13D. Recordemos que la longitud axial de un adulto está en torno a 23mm.
Por último, el cristalino también se hace más grueso, lo cual hace que pierda flexibilidad y potencia, un proceso normal a lo largo de los años, que llevará en la edad adulta a la presbicia en algún punto.
¿Cómo se alcanza la emetropización?
Así las cosas, tenemos dos factores que aumentan la hipermetropía, y otro que la reduce, esto da como resultado un sistema que se puede ajustar lentamente y durante mucho tiempo a la visión lejana más nítida posible en un proceso que llamamos de madurez visual o emetropización.
El cerebro regula a través de la imagen obtenida en la retina cómo debe crecer el ojo y cómo debe hacerse el proceso de emetropización, mandando señales que los mecanismos oculares se esforzarían por compensar.
De este modo, definimos que la ametropía surge cuando los ajustes que hace el cuerpo para emetropizarse fallan, ya sea porque no se han completado, o porque no han sido proporcionales.
Las causas de este fallo pueden ser multifactoriales, por nombrar algunas:
- Genéticas
- Geográficas
- Ambientales
- Culturales
- Posturales
Hay un consenso (con el que no estoy de acuerdo personalmente) sobre que la córnea no juega un rol importante en el proceso de emetropización, su influencia es pequeña y localizada en los primeros años de vida, donde se compone y se desarrolla el sistema visual.
Pero a partir de los 6-8 años que el individuo alcanza el tamaño de sistema visual adulto deja de ser un factor importante en comparación a la longitud axial y la potencia del cristalino, que pueden provocar una cantidad de cambio refractivo más significativo.
Por otro lado, sí se conoce la diferencia anatómica entre diferentes etnias y razas en las estructuras oculares, tendencias en la población asiática a tener mayor potencia corneal, con radios más curvos y estructuras más largas, que conllevarían un riesgo de desarrollo de miopía mayor que en otros grupos étnicos.
¿Cómo sabemos si un ojo se está desarrollando con normalidad?
Hacer un seguimiento del error refractivo y los cambios de la longitud axial pueden alertarnos de que el paciente tiene un crecimiento de miopía más rápido de lo esperado, permitiendo usar métodos de control de miopía para deterner ese avance a tiempo.
La graduación del error refractivo puede medirse en una óptica sin mucha complicación, pero la longitud axial es más específica.
De hecho sobre este tema, en España algunas clínicas oftalmológicas tienen la maquinaria necesaria para medir la longitud axial de los ojos, pero es raro su uso en niños.
Hasta ahora sólo la utilizan para las operaciones de adultos, especialmente aquellos con los que hay que calcular lentes intraoculares, lo que se conoce como biometría ocular.
Esperemos que esta tendencia cambie, bien proporcionando equipamiento asequible a las ópticas para la realización de la medida de la longitud axial, o incorporando al examen visual oftalmológico general que se realiza a la población pediátrica, la medición del mencionado parámetro.
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